Mi nombre es Pamela. Nací y crecí en Amsterdam, Holanda. Viví en España, principalmente en Barcelona, durante unos 15 años y medio, hasta que decidí regresar a mi ciudad natal en marzo del 2018. Teniendo raíces indias y chinas de origen surinamés y antillano, entre muchos otros, crecí con remedios a base de hierbas como aceites y decocciones que mis padres y abuelos me preparaban para mantenerme para curarme de mis dolencias. Especias como el jengibre, la cúrcuma, el comino y el hinojo siempre formaban parte de nuestra cocina y botiquín.

Cuando era pequeña, jugar al aire libre consistía en buscar hojas, semillas, frutas y cualquier otra cosa que pudiera encontrar en el jardín o en el parque y junto al lago. Me encantaba pretender que era una médico, mezclando todo aquello que había encontrado, para convertirlo en pociones mágicas para así curar a las personas, del mismo modo que mi madre y mi abuela preparaban remedios para ayudarme a superar la bronquitis de la que padecía.

Después de haber tenido una carrera en Marketing y Comunicaciones, nunca hubiera pensado que en algún momento me propondría a estudiar un sistema de medicina antigua. Llegué a entrar en contacto con el ayurveda de una forma muy peculiar. En otoño de 2011 empecé a sentirme mal. Lo que comenzó como un simple mareo resultó ser una forma grave de ansiedad acompañada por ataques de pánico, es decir, náuseas, sudoración intensa, vértigo y latidos cardíacos acelerados. Con cada ataque de pánico sentí que me estaba muriendo sin que nadie pudiera ayudarme. A medida que los ataques de pánico ocurrían cada vez con más frecuencia, me iba sintiendo más desesperada por encontrar una solución. Pero los médicos no encontraban nada, a pesar de los análisis de sangre y controles. Y yo tenía la necesidad de entender mis síntomas, y, sobre todo, la causa de mi malestar.